domingo, 4 de octubre de 2009

Que nunca se callen



Hace unos meses empecé a trabajar en un hotel en San Telmo. Parte de la filosofía del hotel es tocar música las 24 hs para crear un ambiente agradable y que invite al relax, generalmente jazz o cosas fusionadas pseudo-indi, que incluyen gritos, que mi gerente sabe que no me ponen del mejor humor.A veces cuando estoy solo y ya me cansé de escuchar por centésima a ese libertango, jazzanova, Cerati o el favorito de mi jefe “Proyecto Verona”, busco en youtube unos temas de un concierto de Mercedes Sosa, aparentemente cantando durante su exilio. La verdad que no sé nada de folclore ni de música popular latinoamericana. Mi mamá, a pesar de sus raíces entrerrianas, como mucho ponía los CD de Soledad, esos donde su voz estaba media desafinada y tosca de la época en que revoleaba el poncho desaforadamente. Menos sé de la vida de la Negra, excepto lo que leí en Wikipedia (ya indica mi compromiso con el folclore) que fue sacada de un escenario mientras cantaba en vivo y toda su audiencia arrestada en 1979.

La escucho cantando "Tantas veces me borraron, tantas desaparecí, a mi propio entierro fui", sintiéndolo en carne propia. Seguro le dolía quedarse, y una parte se murió al irse. En la tele pasaron un comentario de un periodista diciendo "Mercedes es una grande a pesar de su ideología". Error, es una grande por su forma de ver el mundo, que le forjó una sensibilidad sin la cual no puede transmitir nada. Una soñadora del cinturón cósmico del Sur, una América Latina más unida, más feliz y más justa. Me obligo a pensar en lo complejo y largo de una vida, e intuyo esa sinceridad de alguien que realmente está agradecida con la vida que le ha dado tanto. Me transporto al Chile pre pinochetista-neoliberal de Victor Jara, aún no obsesionado por los negocios y tratados TLC, "Si se calla el cantor". Mejor que nunca se callen.