domingo, 11 de julio de 2010

España con mis ojos



Hoy con mi papá y mi hermano festejamos el triunfo de la selección española, como si fueramos tres "gallegos" más. Celebramos por mi abuela, que en plena oscuridad franquista se marchó de un empobrecido pueblito y se subió a un barco en el puerto de Vigo. Buenos Aires la recibió en plenos festejos del año nuevo de 1954. Volvió varias veces a su Coruña querida, donde orgullosa les contaba a todos sus parientes de los logros de sus hijos en su tierra adoptiva. De regreso siempre había regalos para todos sus nietos, y muñequitas vestidas como galleguitas que adornaban nuestras casas. Y otra vez podía disfrutar en "a casa da miña avoa" de sus sopas riquísimas, lo que más recuerdo de ella, al igual que su risa contagiosa.
Mi mamá no sabe quienes serían sus ancestros españoles que en la época colonial tuvieron hijos vaya a saber con cuál india, chinita o mulata en Entre Ríos y Uruguay. Tal vez haya nacido en Andalucía o en Castilla La Vieja, el Zamora del que mi mamá heredó su apellido.
Gracias a las preferencias musicales de mis viejos pude disfrutar en mi niñez de las baladas de Camilo Sesto y Nino Bravo, y ya de más grande, el talento de Ana Belén, Victor Manuel y Serrat que cantaban en una España nueva, que tomaba a la democracia y la libertad otra vez como bandera.
Para mí España es la "camisa blanca de mi esperanza", el "Mediterráneo" del catalán, "Asturias" del asturiano y "Galicia cada dia mais linda" de los Pimpinela.
Tambien es la calidez de los españoles que me tocó conocer en la vida, en su inmensa mayoría gente amigable, respetuosa y divertida, con una familiaridad que si no nos hace sentir hermanos, por lo menos nos sentimos primos.
Hoy Holanda les jugó sucio y a los golpes, y los jugadores contestaron con más garra y fuerza. En estos tiempos económicos difíciles, deseo también que no caigan en el juego de las grandes corporaciones globales que obligan a ajustar siempre a los trabajadores y nunca a los verdaderos responsables de las crisis.
Sin estas historias de emigración y exilio, sin estos recuerdos y estos artistas, yo no sería el mismo. Y sin España, mi país tampoco.
"Nos haces siempre a tu imagen y semejanza
lo bueno y malo que hay en tu estampa
de peregrina a ningún lugar".

http://www.youtube.com/watch?v=PWvjSO6zbF4

martes, 1 de junio de 2010

La pregunta del siglo 21

Aunque todavía falten políticas estratégicas para muchos de los problemas que tenemos, estoy de acuerdo que el país cambió para bien especialmente en algo, que desde mi punto de vista, es alentador. La política otra vez empezó a ocupar un lugar central, y hay cada vez más temas en debate. Muchas veces se arman realmente debates muy agresivos y hay formas un poco salvajes con los que diferentes grupos tratan de defender sus intereses. Pero una sociedad siempre va a tener conflictos fuertes, luchas e intereses contradictorios. Y creo que la política tiene poder de trasnformación, más lenta o rápidamente, para bien o para mal. Siempre voy a creer en la política, aunque es preferible para ciertos intereses que seamos indeferentes o "apolíticos".
Algo que noté también es el deseo de participar y de movilizarse de mucha gente, incluyendo muchísimos jóvenes. Creo que muchos nos empezamos a dar cuenta que nosotros somos responsables de nuestro presente y futuro como nación. Y que si queremos vivir mejor, tenemos que empezar a pensar mejor la gran pregunta del siglo XXI: cómo construir naciones prósperas, pero socialmente inclusivas y tolerantes de las diferencias. Y realmente eso fue lo que se reflejó en los festejos: un país más abierto, multicultural, reflexivo, amante del arte y de la música. Por eso me emocioné tanto, porque creo que si seguimos exigiendo más a la clase gobernante y militando desde nuestra cotidianidad para mejorar nuestros valores, podemos constrir un país mejor.

domingo, 30 de mayo de 2010

Un sueño argentino


Doscientos años de pensarnos como pueblo. Dos siglos de sueños y promesas incumplidas, bonanzas y crisis, luces y sombras. Los festejos fueron un reflejo perfecto de un pueblo que disfruta de su cultura, se acuerda de su historia y valora al aporte de sus provincias y su vecindario sudamericano. Un pueblo seguramente mucho más grande y noble que su clase dirigente. Un país soñado por sacrificados burgueses idealistas, construido por egoístas y pretenciosas elites eurocéntricas, y también por la fuerza de los movimientos populares que de la mano del anarquismo, el socialismo, el radicalismo y el peronismo lograron torcer décadas de injusticias y explotaciones.
Hay muchos motivos para festejar. Nos caímos dramáticamente decenas de veces, mandamos a morir en guerras o expulsamos a tierras lejanas a miles de jóvenes, desaparecimos sueños y vidas. Pero de esas dolorosas experiencias surgió un pueblo mayoritariamente democrático, solidario y que valora las cosas simples de la vida. Gente que está cada vez más conciente de que la solución para nuestros problemas comunes tiene que venir de nosotros mismos.
El Bicentenario me demostró que hay motivos para creer que tenemos un futuro de mayor prosperidad, inclusión social y tolerancia mutua, el mismo futuro que veo para nuestros pueblos hermanos latinoamericanos. Los millones de personas en la calle y la calidad de los espectáculos artísticos demostraron lo mejor de nuestra cultura. Somos un pueblo diverso y contradictorio, pero que estamos empezando a mirar más hacia nuestro rico interior, aprendiendo a valorarnos más y a saber dar las gracias. Gracias Argentina, por todo lo que representás para mí.

domingo, 9 de mayo de 2010

POR QUÉ SE NECESITAN MENOS PREJUICIOS Y MÁS DERECHOS, Y EL ROL DEL ESTADO EN TODO ESTO

Yo creo en un Estado que intervenga para crear una sociedad con menos prejuicios, para que en algún momento aquéllos que son atacados y denigrados por no corresponder a una idea de "normalidad" dejen de serlo. O sea, hablo de los que desde el sentido común llamamos los putos, los gordos, los pobres, los feos, los travas, las tortas, los indios, los negros, los discapacitados, y demás miembros de una larga lista. Es importante que las personas con responsabilidad o gran capacidad de influencia en un grupo social como la clase dirigente, la comunidad educativa, los medios de comunicación o los médicos, entre otros, empiecen a tener en cuenta las diferencias que hay entre las personas, y las diversas dimensiones de la realidad que existen en una sociedad.
La idea de “normalidad” que puede confundirse con un dato estadístico o una idea de mayoría, ha sido apropiada por un discurso con una fuerte carga ideológica, y que es funcional a los factores de poder para mantener un “status quo”. Como se dice generalmente, la historia la escriben los ganadores, y ellos han logrado imponer derechos y obligaciones de acuerdo a sus criterios etnocéntricos, de superioridad racial y de género en las bases fundacionales de los estados-naciones. Y muchos prejuicios quedaron fosilizados en los diferentes códigos civiles, leyes y ordenanzas.
El estado es una construcción social, un invento de los hombres para crear un cierto orden, ejercer poder, da un marco regulatorio coherente y práctico a las actividades que se generan en los grupos sociales. Y cómo es un invento, y no algo natural, me parece correcto reclamar a los representantes que manejan la cosa pública que se den derechos a quienes no los tienen. Que el Estado recobre su acción trasnformadora y llegue hasta donde ahora no llega, o llega deficitariamente. Que se iguale para arriba y se le de dignidad e igualdad ante la ley a quien siempre estuvo sometido o con sus oportunidades o libertades restringidas.
Por eso estoy de acuerdo con una ley de matrimonio homosexual para igualar derechos a los diversos tipos de familia. O con una ley de obesidad para que puedan recibir tratamiento todos los que sufren esta enfermedad. O con una ley que combata la trata de blancas. O con una ley de medios que permita oir y analizar más voces, no sólo las rentables de acuerdo a la lógica del mercado o a las monopólicas. Estoy a favor de que el Estado subsidie a las familias de menores recursos con una transferencia de dinero directa para garantizar la educación y la atención sanitaria de millones de niños. Leyes para urbanizar los asentamientos y villas e instalar agua potable, cloacas y calles donde no hay. Todas estas leyes me parecen que avanzan en la dirección de apostar por el futuro, poniendo derechos donde no los hay.
En definitiva, es una cuestión de traer dignidad a todos a los que les ha sido denegada por años, e incluso por generaciones. Para que donde haya prejuicios, marginación y denigración, surjan sujetos plenos de derechos, con capacidad para desarrollarse dignamente como personas. No es pretender suprimir las diferencias, o el discurso vació de "está mal discriminar". Es reconocer lo diferente, admitirlo y celebrarlo. Pero que esa diferencia no signifique ser menos ante la ley y ante los demás. Creo que todos nos merecemos esto, por más lejos de la “normalidad” el discurso dominante nos quiera considerar.

lunes, 29 de marzo de 2010

La ciudad de las dictaduras


Si por dictadura entiendo no sólo un gobierno de facto totalitario, sino también el predomonio de un mandato social que rige y fuerza las elecciones de un gran número de individuos, entonces veo en Los Angeles un conjunto de obligaciones y "deber ser" que silenciosamente dominan la cultura de la zona conocida como West LA, abarcando distritos como la hippona Venice Beach, la "trendy" Santa Monica o la exclusiva Malibu.

La dictadura de la bella figura:
La próxima vez que algún turista me diga que en Buenos Aires existe una fuerte presión por "fare bella figura", le voy a contestar "Se ve que nunca estuviste en Los Angeles". El clima casi perfecto, pocas lluvias y 26-27 grados casi todos los dias, se ve que permite que muchas gente pueda ir a la playa casi como una rutina, y aprovechar los senderos para andar en bici, rollers, skate, correr, o zambullirse en las gélidas aguas del Pacífico para darse un chapuzón o surfear las olas. El resultado: un porcentaje de cuerpos esculturales muy superior al promedio, que parecen sacados de publicidades o programas de televisió. O será que parte de esos cuerpos bien trabajados pertenecen a miles de aspirantes a actores, actrices y modelos esperando su salto a la fama, y mientras se hallan desempleados o de casting en casting aprovechan para pasar su tiempo libre en las playas públicas???

La dictadura de la comida orgánica:
Si hay algo "cool" en el oeste de Los Angeles, es preocuparse por la salud, y en particular por los alimentos que uno consume. La comida chatarra es vista con horror, y proliferan los cafés orgánicos, restaurants vegetarianos y supermercados de comida saludable y de origen orgánico. Lo que nadie me pudo explicar es qué diferencia hay entre un café o una lechuguita orgánica, y la que cualquiera de nosotros puede conseguir en el mercado central de Buenos Aires o en el café de la esquina. Me da la sensación que puede tratarse de un truco publicitario para cobrar un simple cafecito o una ensalada un 100% más caro, apelando a las conciencias culposas de cierta clase acomodada progre.

La dictadura de la conciencia ambiental:
Vi algún que otro BMW, poquitos Mercedes, pero si hay auto que predomina en las calles, especialmente en los barrios más ricos, es el Toyota Prius, un orgulloso auto híbrido que funciona en parte con energía eléctrica y permite ahorrar hasta un 50% de consumo de combustible. Los Angelinos tienen bien presente que hay que ahorrar nafta y reducir las emisiones de humo contaminante. Sin embargo, parece que nadie hizo bien la cuenta. En una ciudad con un transporte público bastante reducido y distancias gigantes, el mejor ahorro sería seguir extendiendo el subte y fomentar que la gente ande menos en auto, híbridos o no. Todavía andar en subte no logra seducir a la gente que se autodenomina amigable con el medio ambiente.

La dictadura de la diversidad:
California siempre ha sido un imán para diferentes grupos de nacionalidades, religiones e incluso de inmigrantes de otros estados norteamericanos, atraídos por su clima mediterráneo y las oportunidades económicas. Lo que muchos no pudieron ver es que las oportunidades económicas eran para los dueños del los negocios y las granjas; ellos sólo iban a ser mano de obra temporal y nómade, obligados a irse apenas terminada la cosecha o terminado el contrato de trabajo. Incluso, el gobierno se encargaba de sistematizar un sistema discriminatorio que permitía la deportación de extranjeros y sus hijos, y la confiscación de sus bienes y propiedades. En el país de las libertades políticas y económicas, los japoneses y sus hijos y nietos japoneses-americanos fueron robados de todo lo que poseían y enviados por años a campos de concentración y de asimilacion patriota durante la década del 1940. (Dato que nunca me hubiera enterado, si mi amiga no me hubiese llevado al museo de la comunidad japonesa en el downtown).
La culpa blanca por tanta historia de segregación y de protestas basadas en cuestiones raciales, de las que LA se volvio ícono durante varias décadas, se traduce hoy en día en frases durante cenas entre amigos como "en mi cuadra hay una familia árabe, una familia latina y una familia negra, y nosotros somos judíos, me encanta la diversidad en mi barrio". "Me encanta tener una mucama guatemalteca que le enseñe español a mis hijos". La diversidad se transformó de repente en un elemento que puede subir el valor de tu propiedad en ciertos barrios, y el nivel educativo de los niños (si es que esos barrios y esos niños son blancos, para empezar).

La dictadura de los "open-minded" (conocidos tambien como partidarios del partido Demócrata):
En casi cada cuadra cerca de la playa se ven las famosas clínicas de marihuana medicinal, donde los jovenes o no tanto consiguen su carnet con foto incorporada que les permite comprarla para fines médicos, gracias a diagnósticos tan graves como stress, fatiga o insomnio. Las familias que defienden una mayor intervención del estado en la economía, ni locos mandarían a sus hijos a las escuelas estatales, porque prefieren que vayan a escuelas privadas (y carísimas) donde la educación religiosa es enseñar que Obama es el Mesías, y donde puedan aprender las ideas sociales de mayor distribución del ingreso, una salud y educación pública mejores, y un consumismo anticonsumo.

La dictadura del consumo:
A veces me siento tentado a gritar "Viva el Capitalismo", viendo tantas ofertas gracias a los deprimidos bolsillos estadounidenses, y a los aún más deprimidos salarios de los trabajadores casi esclavos del sudeste asiático, que permiten traer tantas baratijas de bajo costo.Todo es un elemento para ser consumido: incluso los valores. Ser idealista, ambientalista y preocupado por la vida sana, te hace miembro de un nicho de mercado al cual apuntan cientos de empresas que consiguen suculentas ganancias vendiendote productos anti-sistema.

La dictadura de las palmeras:
La dictadura del clima perfecto hace que las palmeras crezcan por todos lados, y refuerzan mis ideas locas de que Los Angeles en realidad no existe. Todo es un gigantesco estudio de cine, con miles de escenografias y actores haciendo sus partes y recitando sus líneas. Una especia de Truman Show llevado al extremo.

Pero qué película fascinante están logrando acá!

sábado, 27 de marzo de 2010

Reflexiones de mi breve período como expatriado

Luego de varios meses en este país, llegó el tan ansiado momento de volver a Buenos Aires, el 4 de abril para ser exacto.
Realmente me pude dar cuenta que a pesar de lo mucho que me gusta viajar y tener experiencias laborales y culturales en otros lugares, después de un par de meses la nostalgia me gana por completo, y cuento los días para volver a ver a mi familia y mis amigos, rearmar mi vida en mi contexto "porteño" que a veces subestimaba.
La sorpresa mayor de este viaje fue llegar a la conclusión que no estoy preparado para ser este "ciudadano del mundo" que siempre me imaginé que era: trabajador golondrina que se sumerge en diferentes culturas. Me doy cuenta en Estados Unidos, que estoy muy contento con mi cultura, con mi entorno, con mi gente, con el sistema argentino o latinoamericano en el que me moví casi 27 años, aunque reconozco que hay muchísimas cosas para mejorar. Y por suerte veo que muchas cosas sí están mejorando, por lo menos las que me preocupan a mí.
Y aunque posiblemente acepte una nueva oferta laboral en el extranjero dentro de un par de años, sería bajo la condición de ser de corto plazo, como la que tuve aquí.
No me imagino el sufrimiento de muchos de los emigrantes permanentes, que por razones políticas o económicas fueron literalmente desarraigados de sus familias, sus contextos y sus realidades, casi de la noche a la mañana. Y contento estoy de tener la posiblidad de renovar mi elección sobre mi futuro, cosa que a muchos se les dificulta por diferentes circunstancias.
Pero bueno, es esa realidad mía y personal, la que extraño cada vez más estando acá, y mucho más comparándola con esta sensación de haber vivido una vida irreal los últimos meses, con rostros y paisajes que me parecen cada vez más ajenos y extraños. (locuras mías relacionadas con mi incapacidad de trazar una diferencia clara entre la realidad y la imaginación, acrecentadas por hablar permanentemente en un segundo idioma)

domingo, 7 de marzo de 2010

SOBRE PRIMEROS Y TERCEROS MUNDOS

Hasta el año pasado quería inmigrar a España en un corto plazo, por lo que empecé el trámite de la doble ciudadanía. Parte de ese deseo, era haberme dado cuenta que Argentina, o la mayoría de los países latinoamericanos, no van a llegar a alcanzar el nivel de desarrollo actual de los países centrales en las próximas decadas.
Sin embargo, a medida que pasa el tiempo, me voy dando cuenta que no me interesa formar parte de una sociedad "desarrollada" en los términos que eso significa en el año 2010.
En mi opinión, ese bienestar material y social está sustentado en un sistema injusto de competencia global salvaje, ambientalmente destructiva y cada vez menos humana: las corporaciones acaparan cada vez mas en nombre de la eficiencia y la rentabilidad. Pero fuerzan a la baja los salarios reales de las clases trabajadoras en estos mismos países. Me toca en carne propia, cuando acá en EEUU donde trabajo actualmente a veces me hacen volver a mi casa despues de trabajar menos de 2 horas, por haber pocos clientes. Y el contrato decía que iba a trabajar 8 horas diarias. Y estoy hablando de una corporación MULTIMILLONARIA, privándome de cobrar lo prometido por ellos mismos.
A su vez, la otra pata es el endeudamiento creciente, que cubre baches y patea las resoluciones estructurales para adelante. Evidentemente estos países están gastando hace décadas más de lo que producen y recaudan, o sea su estilo de vida no está ajustado a la realidad, y esos beneficios sociales de los estados de bienestar seguramente van a ser recortados.
Es lindo trabajar acá, una experiencia enriquecedora, y disfruto del orden, la limpieza, la comida rápida, las ofertas en los shopping y la sensación de seguridad. Pero a veces me siento en una burbuja vacía, como que el "American Dream" no termina de cerrar.
En la Argentina del 2010, la realidad no se puede tapar, aunque Cristina y el Indec se esfuercen. Pero la burbuja mayor ya explotó, el estilo de vida de la clase media 1950-1989 estuvo financiado por déficits fiscales que terminaban en hiperinflaciones o endeudamiento público gigante. La otra mini burbuja de los 90s nos terminó de hundir.
Pero la realidad en casi todo el mundo es bastante dura para la mayoría. Ese puñado de países ricos son la excepción en la experiencia humana. No se puede ser FELIZ fuera de esas sociedades? Sí o sí todas las naciones tienen que seguir esa senda de "desarrollo" tal cual?
En unos meses regreso a Argentina. Pero con algo bien claro: yo soy joven, y tengo que hacer mi parte. Y me puedo sentir DIGNO como persona donde sea. Si mi cabeza cambia, el mundo (mi mundo) ya cambió también. Y creo que con eso me basta.

martes, 2 de marzo de 2010

LATINOAMERICAS



Pertenezco a una generación que, a medida que entramos a la vida adulta, vimos que en la mayoría de nuestros países se comenzó a quebrar la tendencia de movilidad social descendente de las últimas décadas. Es mucho más probable que hoy un porcentaje mayor de latinoamericanos logren vivir mejor que sus padres en el transcurso de sus vidas, ayudados por la recuperación global de los precios de nuestras exportaciones, la consolidación de nuestras democracias (con altibajos, claro) y el crecimiento generalizado en la producción de bienes y servicios que crearon nuevas fuentes de trabajo. Fuimos testigos del boom turístico que sigue aumentando, atraídos por nuestras culturas cálidas y "exóticas", nuestros paisajes que dejan la boca abierta y las favorables tasas de cambio. Con un sentido de orgullo renovado coincidimos con los viajeros: América Latina realmente sí es única, y por sobre todo hermosa.
Este crecimiento económico y social impactó de manera diferente en cada uno de nuestros estados: algunos profundizaron su apuesta hacia el modelo de libre mercado estable a cualquier precio importado de los países centrales, otros se volcaron hacia un proteccionismo mayor para favorecer el mercado interno, y otros plantearon modelos eclécticos de rasgos algo autoritarios y estatistas.
Estas diferencias entre gobiernos, las podemos hallar también en el interior de nuestras sociedades, que al ritmo de la mejora en los ingresos de millones de familias pobres, también se incrementaron el patrimonio y la capacidad de consumo de los sectores mas favorecidos de la pirámide, profundizando la desigualdad. Quizás por eso los niveles de violencia no parecen bajar, y se congelan como en una foto, el crímen organizado, el narcotráfico, la compra y venta mafiosa de cosas robadas o el tráfico de mujeres. O la corrupción, especialmente enquistada en varias de las fuerzas que debieran proteger y prevenir el delito, o mismo en las dirigencias que nos representan, que en muchos casos se quedan con un pedazo de esa torta.
Yo quiero un subcontinente que pueda garantizarnos una mejor calidad de vida para todos sus habitantes, y que respete nuestros estilos de vida particulares, con comunidades aborígenes que aun resisten, con una disitinta actitud hacia el trabajo, hacia los afectos y hacia el medio ambiente, originadas seguramente en esta fascinante mezcla de culturas que lleva mucho más que 500 años. Quiero un continente con respeto mutuo: hoy en día aún es común que un argentino se ofenda si lo confunden con un chileno, un chileno si es con un peruano, a un peruano con un boliviano. Creo que a los bolivianos les tocó la peor parte en este revival del sistema de castas heredado de los españoles. Como si tener menos desarrollo material, o ser de un tono de piel más oscuro, equivale a ser literalmente una paria sin valor ni nada que dar al mundo.
No es un continente donde me pueda imaginar una vida tranquila y monótona, sino llena de cambios y sobresaltos, donde siempre hay que estar alerta, porque las cosas pueden cambiar de un día para otro, y nadie puede regalarte nada, y donde no se le permite a casi nadie vivir en una burbuja. La realidad siempre la tenemos ante nuestros ojos, y casi siempre es dura. Todo se consigue con un tremendo esfuerzo, luchando por cada uno de nuestros logros. Luchar, remar, darle para adelante, usando nuestra inteligencia y buscando una red sólida de contactos. No hay otra receta para conseguir lo que queremos, no importa el lugar donde estemos.
Y por eso soy optimista. Porque nuestro atraso relativo, nos permite elegir un camino distinto y no copiar al pie de la letra los modelos extranjeros supuestamente exitosos. Soy optimista, porque sobre luchas sabemos, y estamos acostumbrados: la mayor parte de la gente que conozco (o sus padres) se la pasaron remando contra la corriente. Pero ahora yo puedo ver los frutos de tanto esfuerzo. Y decido que quiero estar y disfrutar ser del lugar donde nacieron y murieron muchos de mis antepasados, o el lugar que mi abuela y mis bisabuelos eligieron para tener una vida mejor. Estoy contento de saber que no se equivocaron, que yo les doy la razón.
Hay muchas Latinoaméricas, cada uno vive una experiencia distinta en base a su historia familiar y sus motivaciones individuales. Para mí, es la parte del mundo donde quiero desarrollar mi vida y mis proyectos, porque no me imagino viejo en ningún otro lugar.

Sobre la lucha típica de tantas familias en distintos países latinoamericanos, pongo este link de una escena de la obra "Made in Lanús", en este caso como parte de la película "Made in Argentina". Pero me imagino que puede pasar en cualquier barrio de México, Colombia, Uruguay, Brasil, etc.

http://www.youtube.com/watch?v=o8bSjOcXsiE

lunes, 8 de febrero de 2010

MIS AÑOS NOVENTA

Pasó otra década, los 2000. Y se me ocurrió hacer una recapitulación de la década anteúltima: los igualmente amados y odiados noventa.
Viví todos esos años en un barrio emblématico del Gran Buenos Aires. Tan emblemático, que hasta inspiró una obra de teatro que narra el drama de familias de origen trabajador marcadas por las recurrentes crisis económicas, el nacionalismo demagógico y el exilio político.
Los economistas y sociólogos dicen que las reformas neoliberales provocaron la fractura de una sociedad tradicionalmente igualitaria o “clasemediera”, aunque siempre tendré la duda de cuánto verdadero bienestar había en el país en los 50, 60 o 70. Si tal vez no es un caso de exaltación del pasado en el inconciente colectivo, producto de la continua inestabilidad de nuestros presentes.
Algunos le dicen a la década del 90 los años de la pizza con champán, En mi casa, era “Pepsi y papitas fritas Pringles“, que comprábamos con mis hermanas en un hipermercado Jumbo del conurbano, con locales de ropa imposiblemente grandes para un suburbio tan alejado de los centros de consumo. Me crié en una de las familias “ganadoras” del proceso, los que nos fuimos para arriba. Intercambiamos vacaciones en San Bernardo, con Miami, San Martín de los Andes con Disneyworld. Fui a una escuela privada. Me corrijo, un “colegio” privado que quería imitar a esas instituciones bilingues de inspiración británica del corredor “bien” de la zona Sur, que va desde Banfield hasta Adrogué. Así, atrayendo a familias con iguales aspiraciones, que querían que sus hijos fueran como esos chicos que hablaban inglés, jugaban al rugby o al hockey y se veían lindos y exitosos, en lo posible rubiecitos. A lo largo de la década mis compañeros pasaron de pseudo rugbiers a cuasi-rolingas, copiando el estilo de los rockeritos que reflejaban la decadencia del modelo “Argentina Primer Mundo”. Mientras tanto, sus padres habían cambiado sus Renault o Peugeot por llamativas 4x4.
De 1990 a 1999 vi a mi papá pasar de un teléfono gigante, gris y aparatoso, a un moderno y práctico “sin manos” para el auto. Así como cambiar a mi mamá, por una novia más joven y energética, aunque con personalidad igualmente independiente, seguramente para él insoportable. Mi vieja mientras tanto, le costó pasar de ser una señora vivaz, acomodada y multifacética a una bajoneada “divorciada”: estigma para cualquier mujer llegando a los cuarenta.
Aprendí a hacer zapping y a jugar al Nintendo, por lo que descubrí que tenía una excelente excusa para seguir retraído y encerrado en mi casa durante mi tímida pre-adolescencia. Mucho más, cuando pusimos cable y además del Sim City y el Super Mario, tenía por lo menos 65 nuevas razones para no salir ni a comprar al kiosko. Cuando se me vino la etapa sociable no me perdía un sábado en La Casona, lugar de nacimiento de muchas vedetongas contemporáneas de cabellos platinados.
Tengo familiares que nunca pudieron consiguir un trabajo decente en esos años. Es el año 2010 y todavía lo siguen buscando. Sus hijos ahora están yendo a la universidad pública y gratuita , seguramente con un esfuerzo que no voy a llegar a entender. Por suerte Menem no alcanzó a privatizarlo todo. No pudo vender el futuro de todos los chicos de papás crónicamente desempleados o mal pagados, que se animan a desafiar las estadísticas para buscar una vida mejor.

viernes, 5 de febrero de 2010

NUEVE COSAS QUE UNO APRENDE EN LOS WORK AND TRAVEL

1. Vivir en un pueblo chico (la imagen idealizada de una villa de montaña escuchando música tirolesa al mejor estilo "La novicia rebelde", mejor la veo en postales o durante un fin de semana largo)
2. Trabajar en un restaurant o ponerme un establecimiento mínimamente ligado al mundo gastronómico
3. Trabajar por un período muy largo en otro país (irónico que hasta solo hace unos meses mi sueño era lograr una carrera exitosa en cualquier lugar del extranjero)
4. Tener fascinación ciega por la gente de Brasil (excepto excepciones muy obvias y evidentes)
5. Vivir otra vez 3 inviernos seguidos (Invierno - Otoño - Invierno - Primavera - Invierno). Perdoname, verano!
6. Creer que la eficiencia y la competitividad conducen derechito al desarrollo económico y social
7. Sentirme una máquina autómata y robótica acumuladora de dinero
8. Si algún día tengo plata, no pensar que la gente está a mi disposición para "servirme" como a un déspota ilustrado de derecho divino (dedicado a todos los "nouvou riches" ordinarios y maleducados)
9. Si se corta la luz por mas de 14 hs, decir “Solo en Argentina pasan estas cosas!” (con el agravante de que sin electricidad, no hay calefacción; o lo que es igual a decir: pasar la noche de navidad con 18 bajo cero durmiendo con dos remeras, sweater y 2 camperas!)

Lo bueno es que con estas experiencias, como dice la canción, “pongo el mundo al revés”, y se me derrumban mitos a cada momento. Mientras tanto, me sigo inventando nuevos mitos, idealizaciones exageradas, forzadas por la lejanía. Y esa noche helada, tiritando de frío en la cama, bien a lo Cacho Castaña pensaba: Argentina, como vos ninguna.

martes, 26 de enero de 2010

UNA REINA A LA DISTANCIA


En este caso no me refiero a la distancia física que me separa momentáneamente del país, sino lo que quizá dentro de varios años, cuando recuerde el período de Cristina Fernandez de Kirchner, me pueda llegar a acordar de ella y de su gobierno.
Sin duda la voy a recordar como un personaje político de lo más interesante de la porción de historia nacional que me tocó vivir. La primera impresión la tuve cuando en su campaña, los fervientes militantes de la juventud K le gritaban “se siente, se siente, Cristina Presidente”. Súbitamente, con un dramatismo y seriedad de hielo se la escuchó interrumpir “TA. Presiden-TA ACOSTUMBRENSE TODOS”. “Uff” pensé, intuyendo que su estilo horrorizaría a esos sectores que quieren ver la humildad y el recato en sus líderes de los que son deprivados en el trato cotidiano. Desde sus primeros discursos, encontré fascinante su forma de hablar, de tratar de quedar como inteligente y locuaz, aunque mucha veces en sus maratónicos y enredados mensajes uno no alcanzaba a descifrar del todo el concepto de lo que quería decir, pero siempre se la veía esforzadamente impecable y canchera, aunque dijera cualquier barbaridad.
Ver notas de CQC a la presidenta me daban verguenza ajena: me daba un poco de pudor ver a una señora de casi 60 años jugando a seducir a muchachos con la mitad de su edad, y mucho más en television nacional, y encima siendo la presidenta de la república. Su relación con la prensa fue contradictoria, como casi todo en la gestión kirchnerista, seducir a unos con fondos públicos, atacar a enemigos con leyes antimonopólicas.
Seguro voy a recordar que le importó un comino lo que pensaba la “gente” o la opinión pública, por lo menos a partir del conflicto del campo. Con mas del 70% del país en contra logró sacar medidas impensadas, y que ningún otro presidente se hubiera animado a proponer en tal adversa situación: nacionalización de las AFJP, ley de medios, nacionalización de Aerolíneas, subsidio a los hijos de desempleados y empeados en negro. Muchas de esas medidas contaban con un consenso social amplio apenas terminada la crisis 2001(incluso entre muchos de los que votaron en contra), y sin embargo, con su marido no se animaron a plantearlas cuando más de dos tercios de los argentinos veían al patagónico como el salvador y vengador de la patria. Parece que a ella se le mandó hacer el trabajo “sucio”. Como leí una vez estudiando sociología, la clase media se va para la izquierda sólo en momentos de fractura económica y social profunda, una vez restablecido cierto orden, vuelve en su mayoría a la comodidad del status quo y es cada vez mas reticente a los cambios drásticos. Agravado si esos cambios vienen por decretos de necesidad y urgencia, sin pasar antes por el Congreso, aunque sean el único atizbo no muy prolijo o constitucional, de liderazgo. Sin importarle quedar como una zorra autoritaria y déspota, pareciendo inclujso disfrutar de ser cada vez más odiada.
Voy a darme cuenta, que era inútil pedirle calidad insitucional, buenos modales, consenso y honestidad a un matrimonio de astutos y ambiciosos abogados que aumentaron su fortuna exponencialmente desde su mudanza a Santa Cruz al final de la década de los 70. Y para los cuales se nota que el poder político no se concibe sin un poder económico que lo respalde: empresarios amigos, nacionalizaciones forzadas, cambios en las reglas de juego, manipulación de la información oficial. Para peor, en medio de un sistema político atomizado y frágil signado por un elevado nivel de conflictividad, incluso en términos latinoamericanos actuales. Porque a pesar de todo, los K estaban solos. Siempre lo estuvieron, y por eso exacerbaron su política de confrontación y alianza con sectores controversiales.
Seguro en el futuro me quedaré con la duda de si su compromiso con los juicios a los represores de la dictadura militar era solo una estrategia “marketinera” para venderse como progres y diferenciarse así del neoliberal régimen menemista. O si su vocación latinoamericanista, fue mas por descarte que por verdadero compromiso, al ser Argentina vista como insignificante para los países centrales.
Pero hay algo que no voy a poder negar de ella: que excavando en las brechas de un país dividido y metiendo siempre el dedo en la llaga, despertó un sentimiento de toma de conciencia en gran parte de la población. La polarización ”campo-gobierno”, “peronismo-anitperonismo”, ”zurdo-facho” se hizó más fuerte que nunca, obligándonos a tomar posiciones y a pensar por enésima vez en qué tipo de país queremos vivir. Tal vez los gobiernos que la sucedieron, lograron también tomar posiciones coherentes, aprovecharon lo mucho o poco positivo de sus medidas, y comenzaron a proyectar un plan a largo plazo de una nación con mayor calidad en el desarrollo económico y social, con mayor educación, libertad y justicia.
Capaz ése va a ser el legado que más voy a valorar de los años 2008-2011.
A la distancia, va a ser la historia la que juzgue y la realidad la que de el veredicto si valió la pena tener a principios del siglo 21 una reina sin corona.