sábado, 27 de marzo de 2010

Reflexiones de mi breve período como expatriado

Luego de varios meses en este país, llegó el tan ansiado momento de volver a Buenos Aires, el 4 de abril para ser exacto.
Realmente me pude dar cuenta que a pesar de lo mucho que me gusta viajar y tener experiencias laborales y culturales en otros lugares, después de un par de meses la nostalgia me gana por completo, y cuento los días para volver a ver a mi familia y mis amigos, rearmar mi vida en mi contexto "porteño" que a veces subestimaba.
La sorpresa mayor de este viaje fue llegar a la conclusión que no estoy preparado para ser este "ciudadano del mundo" que siempre me imaginé que era: trabajador golondrina que se sumerge en diferentes culturas. Me doy cuenta en Estados Unidos, que estoy muy contento con mi cultura, con mi entorno, con mi gente, con el sistema argentino o latinoamericano en el que me moví casi 27 años, aunque reconozco que hay muchísimas cosas para mejorar. Y por suerte veo que muchas cosas sí están mejorando, por lo menos las que me preocupan a mí.
Y aunque posiblemente acepte una nueva oferta laboral en el extranjero dentro de un par de años, sería bajo la condición de ser de corto plazo, como la que tuve aquí.
No me imagino el sufrimiento de muchos de los emigrantes permanentes, que por razones políticas o económicas fueron literalmente desarraigados de sus familias, sus contextos y sus realidades, casi de la noche a la mañana. Y contento estoy de tener la posiblidad de renovar mi elección sobre mi futuro, cosa que a muchos se les dificulta por diferentes circunstancias.
Pero bueno, es esa realidad mía y personal, la que extraño cada vez más estando acá, y mucho más comparándola con esta sensación de haber vivido una vida irreal los últimos meses, con rostros y paisajes que me parecen cada vez más ajenos y extraños. (locuras mías relacionadas con mi incapacidad de trazar una diferencia clara entre la realidad y la imaginación, acrecentadas por hablar permanentemente en un segundo idioma)

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