lunes, 29 de marzo de 2010

La ciudad de las dictaduras


Si por dictadura entiendo no sólo un gobierno de facto totalitario, sino también el predomonio de un mandato social que rige y fuerza las elecciones de un gran número de individuos, entonces veo en Los Angeles un conjunto de obligaciones y "deber ser" que silenciosamente dominan la cultura de la zona conocida como West LA, abarcando distritos como la hippona Venice Beach, la "trendy" Santa Monica o la exclusiva Malibu.

La dictadura de la bella figura:
La próxima vez que algún turista me diga que en Buenos Aires existe una fuerte presión por "fare bella figura", le voy a contestar "Se ve que nunca estuviste en Los Angeles". El clima casi perfecto, pocas lluvias y 26-27 grados casi todos los dias, se ve que permite que muchas gente pueda ir a la playa casi como una rutina, y aprovechar los senderos para andar en bici, rollers, skate, correr, o zambullirse en las gélidas aguas del Pacífico para darse un chapuzón o surfear las olas. El resultado: un porcentaje de cuerpos esculturales muy superior al promedio, que parecen sacados de publicidades o programas de televisió. O será que parte de esos cuerpos bien trabajados pertenecen a miles de aspirantes a actores, actrices y modelos esperando su salto a la fama, y mientras se hallan desempleados o de casting en casting aprovechan para pasar su tiempo libre en las playas públicas???

La dictadura de la comida orgánica:
Si hay algo "cool" en el oeste de Los Angeles, es preocuparse por la salud, y en particular por los alimentos que uno consume. La comida chatarra es vista con horror, y proliferan los cafés orgánicos, restaurants vegetarianos y supermercados de comida saludable y de origen orgánico. Lo que nadie me pudo explicar es qué diferencia hay entre un café o una lechuguita orgánica, y la que cualquiera de nosotros puede conseguir en el mercado central de Buenos Aires o en el café de la esquina. Me da la sensación que puede tratarse de un truco publicitario para cobrar un simple cafecito o una ensalada un 100% más caro, apelando a las conciencias culposas de cierta clase acomodada progre.

La dictadura de la conciencia ambiental:
Vi algún que otro BMW, poquitos Mercedes, pero si hay auto que predomina en las calles, especialmente en los barrios más ricos, es el Toyota Prius, un orgulloso auto híbrido que funciona en parte con energía eléctrica y permite ahorrar hasta un 50% de consumo de combustible. Los Angelinos tienen bien presente que hay que ahorrar nafta y reducir las emisiones de humo contaminante. Sin embargo, parece que nadie hizo bien la cuenta. En una ciudad con un transporte público bastante reducido y distancias gigantes, el mejor ahorro sería seguir extendiendo el subte y fomentar que la gente ande menos en auto, híbridos o no. Todavía andar en subte no logra seducir a la gente que se autodenomina amigable con el medio ambiente.

La dictadura de la diversidad:
California siempre ha sido un imán para diferentes grupos de nacionalidades, religiones e incluso de inmigrantes de otros estados norteamericanos, atraídos por su clima mediterráneo y las oportunidades económicas. Lo que muchos no pudieron ver es que las oportunidades económicas eran para los dueños del los negocios y las granjas; ellos sólo iban a ser mano de obra temporal y nómade, obligados a irse apenas terminada la cosecha o terminado el contrato de trabajo. Incluso, el gobierno se encargaba de sistematizar un sistema discriminatorio que permitía la deportación de extranjeros y sus hijos, y la confiscación de sus bienes y propiedades. En el país de las libertades políticas y económicas, los japoneses y sus hijos y nietos japoneses-americanos fueron robados de todo lo que poseían y enviados por años a campos de concentración y de asimilacion patriota durante la década del 1940. (Dato que nunca me hubiera enterado, si mi amiga no me hubiese llevado al museo de la comunidad japonesa en el downtown).
La culpa blanca por tanta historia de segregación y de protestas basadas en cuestiones raciales, de las que LA se volvio ícono durante varias décadas, se traduce hoy en día en frases durante cenas entre amigos como "en mi cuadra hay una familia árabe, una familia latina y una familia negra, y nosotros somos judíos, me encanta la diversidad en mi barrio". "Me encanta tener una mucama guatemalteca que le enseñe español a mis hijos". La diversidad se transformó de repente en un elemento que puede subir el valor de tu propiedad en ciertos barrios, y el nivel educativo de los niños (si es que esos barrios y esos niños son blancos, para empezar).

La dictadura de los "open-minded" (conocidos tambien como partidarios del partido Demócrata):
En casi cada cuadra cerca de la playa se ven las famosas clínicas de marihuana medicinal, donde los jovenes o no tanto consiguen su carnet con foto incorporada que les permite comprarla para fines médicos, gracias a diagnósticos tan graves como stress, fatiga o insomnio. Las familias que defienden una mayor intervención del estado en la economía, ni locos mandarían a sus hijos a las escuelas estatales, porque prefieren que vayan a escuelas privadas (y carísimas) donde la educación religiosa es enseñar que Obama es el Mesías, y donde puedan aprender las ideas sociales de mayor distribución del ingreso, una salud y educación pública mejores, y un consumismo anticonsumo.

La dictadura del consumo:
A veces me siento tentado a gritar "Viva el Capitalismo", viendo tantas ofertas gracias a los deprimidos bolsillos estadounidenses, y a los aún más deprimidos salarios de los trabajadores casi esclavos del sudeste asiático, que permiten traer tantas baratijas de bajo costo.Todo es un elemento para ser consumido: incluso los valores. Ser idealista, ambientalista y preocupado por la vida sana, te hace miembro de un nicho de mercado al cual apuntan cientos de empresas que consiguen suculentas ganancias vendiendote productos anti-sistema.

La dictadura de las palmeras:
La dictadura del clima perfecto hace que las palmeras crezcan por todos lados, y refuerzan mis ideas locas de que Los Angeles en realidad no existe. Todo es un gigantesco estudio de cine, con miles de escenografias y actores haciendo sus partes y recitando sus líneas. Una especia de Truman Show llevado al extremo.

Pero qué película fascinante están logrando acá!

1 comentario:

The Travelling Ladybug dijo...

lo de la comida organica despues te lo explico.
en vancouver tambien estan obsesionados con eso y yo tambien como vos pensaba que era puro chamuyo hasta que un granjero me lo explico.
lo mas importante es q no usan pestisidas.
como te trata la vuelta al tercer mundo ? jaja :)
besote!