viernes, 17 de agosto de 2012

Colombia (o Brasil en Castellano)

            Mis amigos colombianos me van a odiar cuando lean que una de las primeras impresiones que tuve de su país fue: "Es como Brasil, pero en castellano". Para ser más específico, esto me vino a la mente cuando llegué a Medellín. La exuberante vegetación que trepa por los cerros que la rodean, el clima tropical, la alegría de la gente, los colores de las ropas, y sobre todo las mujeres curvilíneas caminando con tacos altos, me remitieron inmediatamente a ciertas imágenes mentales que guardo de Belo Horizonte o Río de Janeiro. En cambio Bogotá, como buena metáfora de la rivalidad entre "paisas" y "rolos", es completamente diferente: más fría, nublada, seria, ocupada, histórica. Me impresionaron las zonas G y T, con lujosos locales comerciales que hacen ver a Palermo Soho como un mercado de barrio. El hermoso laberinto de La Candelaria lleno de centenarias casas bajas y pintorescos restaurantes me hizo lamentar tener que irme tan rápido.

             Me fui triste de Bogotá en ese autobús nocturno con dirección al oeste, que atraviesa los gigantescos Andes y las que se sintieron como mil curvas. Medellín me tomó por sorpresa, como una avalancha de colores, árboles, calor, gente circulando. Y por las noches otra avalancha de jóvenes yendo de bar en bar en el Poblado o la 33. Más al norte sobre la costa, Cartagena de Indias fue como un viaje en el tiempo por el poderoso Reino Español de Ultramar, donde se ven fuertes, murallas, castillos y mansiones de estilo andaluz dignas de virreyes, condes y duques. Todo perfectamente restaurado y pintado con alegres colores pasteles, armonizando con las variedades de verdes, celestes y turquesas de sus aguas caribeñas.

              Lo que dicen de Colombia es casi todo verdad. Es todavía un lugar donde la gente se pone contenta de que lleguen viajeros, las sonrisas cálidas son genuinas cuando se enteran que decidiste pasear por su diversa nación. Sí, pude experimentar la legendaria amabilidad y buena onda de los colombianos. Tengo que agradecer a tantos conocidos que allá me hicieron sentir como amigo de toda la vida y me ayudaron a conocer más su historia y cultura. Es verdad que la guerrilla ya no es un problema tan grande como antes. Además, es cierto que muchos extranjeros se quieren quedar a vivir, como dice la publicidad que pasan en CNN. En realidad, la única mentira sobre Colombia es que sea una copia de Brasil, en castellano.

No hay comentarios: